martes, 12 de abril de 2011

He comprado la casa del amor, pero aún no lo he poseído...

Hay días en los que me levanto y no logro saber con exactitud donde estoy ni como me encuentro. Sin embargo, hay otros días que al levantarme me dan ganas de ponerme a saltar en la cama. Hay días, que nada más abrir los ojos, me viene una canción, un olor o un sabor a la cabeza. Otros días en los que no quiero ni pensar en abrir los ojos. Me pongo enferma con pensarlo. Días en los que me pasaría las horas muertas en la cama abrazada a la almohada, confesándole mis secretos, compartiéndole cada una de mis lágrimas, dejándole ver como se debilitan hasta la última de mis terminaciones nerviosas. Y días, días en los que quiero comerme el mundo. Días que me siento mejor que nunca. Me levanto con una sonrisa y me acuesto con otra. Días en los que quiero bailar, cantar, gritar y vivir. Días en los que siento que el tiempo se agota y tengo que salir a disfrutarlo.
Todo tiene un porque. Y es que tú eres ese porque. Tú y solamente tú eres el causante de mis trastornos. El causante de que un día quiera llorar hasta deshidratarme y al día siguiente quiera reír hasta que me duela la barriga. Eres el causante de mi bipolaridad. Quién causa todos mis prontos, todas mis acciones, eres de quién dependo. Dependo de ti, de tus abrazos, de tus miradas. Dependo de si te importo o no te importo. Dependo de tus palabras, de tus gestos. Dependo de como me tratas. Mi mundo depende de ti.
Haces que día tras día, mis ganas de ti sigan creciendo. Haces que mis escalofríos cada vez que me tocas se multipliquen. Haces revivir hasta la última de mis terminaciones nerviosas con sólo mirarme. 
Y es que el tiempo me ha enseñado que eres lo único que quiero. A quien necesito. Me ha enseñado que haberte dejado marchar, era lo peor que me podía suceder. Y ahora, me siento una imbécil, una imbécil sin nombre.Una imbécil que muere por lo que un día pudo haber sido suyo. Una imbécil que no le importa llorar, porque si es por ti, llorar es lo mínimo que puede hacer. Una imbécil sin nombre, que pase lo que pase siempre te estará esperando, y no le importa, porque siente que eres el único al que debe esperar.



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