miércoles, 1 de junio de 2011

Sólo se ve aquello que se mira.


Dejo mi mente en blanco y me dejo perder. Me pierdo y subo a un mundo de otra dimensión. Me pierdo en nubes de algodón de azúcar. Paseo por un camino de estrellas de cristal, talladas tan perfectamente. Y veo, como de las hojas de los árboles, se desprenden sueños, se dejan caer recuerdos felices. Y los cojo, uno a uno. Los selecciono. Los ordeno por su orden: los recuerdos tan felices que tengo y los sueños que me gustaría cumplir. Voy cambiando de nube, y por nube que subo, color nuevo que coge. 
Llego a una verde, me llama la atención. Brilla más. Es diferente. Tiene algo. La observo, me subo cautelosa y veo como allí, me encuentro a mi misma. A mi misma cumpliendo cada uno de mis sueños, viendo como la lucha se ve recompensada. Me veo a mi, feliz. 
Abro los ojos, y me encuentro con el techo de mi habitación.
Buenos días mundo, sueños como este, hacen que tenga ganas de comerme la vida.
Hoy, puede ser un gran día, pero no más que mañana. Hoy, falta un día menos para poder ir cumpliendo mis sueños. Voy a llegar a esa nube verde. 
Cueste lo que cueste.

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