lunes, 2 de abril de 2012

Princess of China

Dicen que la amistad, es como una caja de cristal. Pequeña y transparente, compuesta de un cristal fino donde te puedes reflejar. Material del que están hechos los sueños. Y un amigo, es como el agua... Es eso que recoges por el camino y decides guardarlo en tu caja de cristal. Todo eso en lo que crees, en lo que confías y en lo que sientes.
No sé si debe ser cierto o no, pero sí sé que los amigos, a veces pueden llegar a no existir si quiera y cuando lo hacen, deciden quedarse para siempre.
Puede que de los diez y siete años de la vida de una persona, no haya podido disfrutar ni la mitad de ellos junto a ella, pero los séis últimos, puedo decir, que han sido los séis mejores años de mi vida. Llenos de las mejores experiencias y recuerdos, y de las mejores sensaciones y olores. Y al fin y al cabo, te das cuenta, de que una persona, no es un ser vivo constituido por materia física. Una persona es vida. Es un estallido en cierto momento de la historia de este Universo. Es un antes y un después en el tiempo. Una persona, son recuerdos y olores. Emociones y palabras. Y la capacidad de poder compartir esta constitución con otras personas, hace que dependamos de la amistad. Y eso me ha traído aquí hoy.
Quizás uno de los misterios más deslumbrantes de nuestro existir, es ir descubriendo la vida junto a las personas que nos importan. Inconscientemente, vamos haciendo nuestro camino y construimos nuestro pequeño mundo. Prometemos y esas promesas, nos unen con más fuerza.
Porque hubo un antes, y hay un presente, pero tiene que haber un mañana.
Gracias por darme la oportunidad de poder contar contigo. Inconscientemente, te has convertido en una pieza fundamental del puzzle de mi día a día, sabes que te necesito y lo haré siempre. Espero que tú nunca dejes de necesitarme.
Felices 17... ¡Te quiero y sabes que eso es para siempre!





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