En milésimas de segundo. En un instante. En un abrir y cerrar de ojos. Y es entonces, cuando viene esa pregunta tan odiada, esa duda tan inevitable... y es entonces, cuando dices:
¿Por qué?
Nadie tiene una respuesta exacta. Nadie tiene nada seguro. Nadie sabe responder a eso. No, por desgracia.
Nadie excepto nosotros mismos.
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